Una persona con parálisis o dificultad para moverse ve afectada la realización de actividades de la vida diaria, que pueden ir desde el traslado hasta alimentarse o ir al baño en forma independiente, lo que además de las secuelas físicas puede traer problemas psicológicos y trastornos del ánimo.
Quienes sufren algún tipo de discapacidad pueden ver mermadas las relaciones interpersonales, su desarrollo individual, la autodeterminación y la inclusión social. La parálisis puede afectar también psicológicamente a la persona, por lo que es necesario el apoyo en este ámbito.
Por ello, Chile cuenta con la Ley 20.422, que busca asegurar el derecho a la igualdad de oportunidades con el fin de obtener la plena inclusión de la persona, asegurando el disfrute de sus derechos y eliminando cualquier forma de discriminación fundada en la discapacidad.
Las causas de la discapacidad pueden ser variadas, desde condiciones neurológicas de nacimiento a accidentes, pero las consecuencias confluyen en un gran resultado, que es la pérdida de la independencia para la persona y los múltiples efectos para su vida y la del entorno familiar.
Frente a esto, el objetivo de la normativa es apoyar a la persona afectada a tener una vida independiente, que es el estado que le permite tomar decisiones, ejercer actos de manera autónoma y participar activamente en la comunidad, en ejercicio del derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Según el Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad del año 2015, la población adulta con dependencia funcional en Chile corresponde a un 40,4% del total de quienes presentan discapacidad, lo que equivale a 1.052.787 personas.
Una buena intervención rehabilitadora requiere el trabajo cooperativo de un equipo multidisciplinario. Así, el trabajo del psicólogo rehabilitador está estrechamente coordinado con los diferentes expertos que intervienen en la rehabilitación, como médicos fisiatras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos.
Un artículo publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos analizó el aporte de la psicoterapia en pacientes con discapacidad física, destacando que su inclusión en las intervenciones de atención médica se han sintonizado para hacer realidad el potencial de recuperación óptima de cada paciente.
El documento resalta que una comprensión más profunda de la realidad psicológica del mundo interno de una persona discapacitada puede ser la clave para facilitar su autoestima y su funcionamiento adaptativo óptimo.
La influencia del ámbito psicológico adquiere relevancia ya que aproximadamente un 15% de la población mundial tiene algún tipo de discapacidad, según la OMS, mientras que en Chile la cifra es de 5%.
Además de los ejercicios físicos que puedan ayudar a recuperar algún grado de independencia y mejorar la calidad de vida, la terapia psicológica representa un aporte para quienes padecen una discapacidad crónica o gatillada por un accidente o enfermedad.
La psicología de la rehabilitación se basa en los principios de una sociedad igualitaria, que ofrezca las mismas oportunidades para todos, y busca que las personas afectadas por una discapacidad, ya sea adquirida o congénita, se desarrollen de manera íntegra y se adapten al entorno.
Los principales objetivos de la terapia rehabilitadora son:
La búsqueda de la rehabilitación integral necesita de una mirada multidisciplinaria que no solo se enfoque en el tratamiento de las secuelas físicas de una discapacidad, ya sea congénita o provocada por un trastorno, enfermedad o accidente.
TrainFES cuenta con una amplia experiencia en rehabilitación de personas con parálisis y otras secuelas de trastornos neurológicos o enfermedades neurodegenerativas, y ha ayudado a más de 3.000 pacientes a mejorar su calidad de vida.
En esta tarea cumple un papel fundamental el equipo de profesionales médicos, en que el trabajo de kinesiólogos, fisiatras o fonoaudiólogos es complementado por psicólogos, en una mirada conjunta con miras a potenciar la rehabilitación.
La metodología de neurorehabilitación combina el entrenamiento diario con tecnologías innovadoras, para obtener mejores resultados terapéuticos en menor tiempo, gracias a la continuidad de un tratamiento que es acompañado por la terapia psicológica para apoyar a la persona, acompañando al paciente según sus necesidades, como por ejemplo en la aceptación de la condición que padece o en el convencimiento para seguir adelante.
El sistema pone énfasis en el entrenamiento funcional y se complementa con tecnologías como la electroestimulación funcional (FES, por sus siglas en inglés). La metodología de trabajo personalizada requiere del compromiso y participación activa del paciente, cuya fortaleza mental será parte fundamental con miras a obtener los mejores resultados.
Con varios casos de éxito en que el empuje y la convicción fueron piezas clave para obtener resultados como ponerse de pie o volver a caminar, aun cuando el pronóstico auguraba lo contrario, TrainFES acompaña al paciente durante todo el proceso, desde la capacitación para el uso de las tecnologías hasta el apoyo psicológico.
Con la innovación tecnológica, el acompañamiento médico permanente y la plataforma de rehabilitación -que puede hacerse en TrainFES Center o de manera virtual desde el hogar-, el programa permite realizar hasta 10 veces más terapias efectivas que con un método convencional, con un potencial de recuperación igual o mejor que en un programa presencial.
Estas dos actividades físicas pueden ser grandes aliadas en la recuperación de pacientes con problemas de movilidad. ¿De qué manera pueden ayudar? Te lo contamos en el siguiente blog.
Trastornos neurológicos como un accidente cerebrovascular (ACV), una lesión medular (LM) o una parálisis cerebral (PC) pueden dejar a una persona con distintos grados de parálisis motora que afectan la movilidad, la capacidad de desplazamiento y, finalmente, la calidad de vida. Además, también puede causar problemas relacionados con el metabolismo y la falta de movimiento.
Un accidente cerebrovascular (ACV), lesión medular (LM), parálisis cerebral (PC) o trastorno encéfalo craneano (TEC) no solo afectan al movimiento y la independencia de la persona que lo sufre, sino también su capacidad para hablar, comunicarse, e incluso realizar funciones esenciales como tragar.