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Debilidad muscular, problemas de equilibrio y coordinación, y dificultad para caminar son algunos de los síntomas de la esclerosis múltiple (EM), enfermedad del sistema nervioso central (conformado por el cerebro y la médula espinal) que puede provocar discapacidad.
Las enfermedades neurodegenerativas afectan varias actividades propias del cuerpo, como el equilibrio, el movimiento, el habla, la respiración e incluso funciones del corazón.
Una de las secuelas más frecuentes de un ACV es la pérdida del movimiento funcional, al afectar el control de brazos o piernas, lo que dificulta o impide realizar tareas cotidianas como caminar, subir o bajar escaleras, ducharse o alimentarse.
Un accidente cerebrovascular (ACV) se produce cuando hay un daño en el tejido cerebral a causa de un problema en las arterias que lo irrigan. Esto puede ocurrir porque se ocluyó una arteria y se produjo un infarto (ACV isquémico), o porque se rompió una arteria que derivó a una hemorragia o derrame (ACV hemorrágico).
Un accidente cerebrovascular (ACV) es una emergencia médica que ocurre cuando se interrumpe el suministro de sangre hacia el cerebro debido a un bloqueo del flujo (ACV isquémico), o cuando existe una hemorragia en el interior de este a causa de la rotura de un vaso sanguíneo (ACV hemorrágico).
Quienes sufren algún grado de parálisis motora ven afectada su movilidad y, con ello, su independencia para realizar actividades cotidianas que van desde alimentarse hasta caminar. Las limitaciones se transforman en una discapacidad, y pueden volverse dependientes de ayuda externa para continuar con sus vidas.
Recuperar la movilidad perdida o funciones básicas del organismo es el anhelo de quienes han sufrido algún tipo de parálisis motora, y para ello es necesario un proceso de rehabilitación que requiere de constancia y del apoyo de profesionales capacitados.
La neurorehabilitación pediátrica es el conjunto de actuaciones que, de manera global e interdisciplinar, busca dar respuesta a necesidades, transitorias o permanentes, originadas por alteraciones en el desarrollo o deficiencias en la primera infancia.
Tras sufrir enfermedades o lesiones neurológicas, es posible que las personas pierdan funciones corporales como el movimiento o sensibilidad, sufriendo de parálisis motora. La recuperación de éstas requiere de una mirada interdisciplinaria, que posibilite una rehabilitación integral.