Cada 29 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Ataque Cerebrovascular, que busca concientizar sobre esta patología que anualmente afecta a unos 15 millones de personas en el mundo, de las cuales cinco millones fallecen y cinco millones quedan con algún tipo de discapacidad.
Pérdida de la fuerza en un brazo o en una mitad del cuerpo, parálisis facial y dificultad para hablar o hacerse entender son síntomas de que una persona puede estar sufriendo un accidente cerebrovascular (ACV), que se genera cuando se interrumpe el suministro de sangre hacia el cerebro.
Se trata de una emergencia médica que, de no ser tratada a tiempo, genera secuelas graves que van desde parálisis motora hasta la muerte.
El ACV se produce cuando hay un daño en el tejido cerebral a causa de un problema en las arterias que lo irrigan, y puede ser isquémico (cuando se ocluye una arteria) o hemorrágico, cuando la arteria se rompe.
Según datos del Ministerio de Salud, el accidente cerebrovascular hemorrágico constituye entre un 10 y 25% de todos los ACV, con menos del 40% de sobrevida al primer año y una incidencia de 20 por cada 100.000 habitantes.
Las secuelas que genera un ACV en las personas responden en gran medida a que una parte importante de la población no logra reconocer sus síntomas y no se dirige a tiempo al servicio de urgencia más cercano. La atención médica oportuna puede prevenir daños mayores, secuelas neurológicas e incluso la muerte.
Un accidente cerebrovascular hemorrágico se produce cuando se rompe un vaso sanguíneo en el cerebro, originando un derrame. Este incluye hemorragia en el cerebro (intracerebral) y hemorragia entre las capas interna y externa del tejido que recubre el cerebro (subaracnoidea).
Este tipo de ACV es infrecuente, siendo así sólo en alrededor del 20% de los casos.
Mayo Clinic agrega que las hemorragias cerebrales pueden ser el resultado de muchas afecciones a los vasos sanguíneos, derivadas de factores como presión arterial alta no controlada, sobretratamiento con anticoagulantes o traumatismos (como un accidente automovilístico).
La principal causa de un ACV hemorrágico es la hipertensión, al punto que dos de cada tres accidentes de este tipo se producen por eso.
Además, estos pueden originarse por:
Un ACV puede causar discapacidades temporales o permanentes, según cuánto tiempo el cerebro carece de flujo sanguíneo y qué parte fue afectada.
Entre las complicaciones, se incluyen:
El Ministerio de Salud reporta que sólo un 25 a 30% de los pacientes afectados son funcionalmente independientes un año después de sufrir un ACV hemorrágico. Además, señala que a los seis meses de ocurrido el ACV, 28% de los pacientes estaban vivos pero eran dependientes y sólo un 33% era independiente en actividades de la vida diaria.
La metodología TrainFES para la rehabilitación incluye una evaluación e indicación de tratamientos personalizados caso a caso, a cargo de un equipo de médicos fisiatras, kinesiólogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos que acompañarán todo el proceso.
A ello se suma la tecnología, con el uso de la electroestimulación funcional (FES, por sus siglas en inglés), que consiste en la aplicación de suaves e indoloras corrientes eléctricas que buscan activar los músculos afectados.
Un plan de entrenamiento personalizado, el acompañamiento permanente del equipo médico y el uso de la electroestimulación funcional permite obtener los siguientes beneficios:
El uso de la electroestimulación funcional como parte de un plan integral de entrenamiento posibilita avances significativos que se traducen en una mejor calidad de vida, tanto para el paciente como para su entorno.
Por lo general, un ACV genera pérdida del movimiento funcional al afectar el control de brazos o piernas, por lo que interfiere en actividades de la vida diaria como caminar, subir o bajar escaleras, ducharse o alimentarse.
El objetivo es que la persona recupere los movimientos mermados y su capacidad funcional, para mejorar el desarrollo de aquellas actividades que son parte de su vida diaria.
El uso de la FES como complemento de la terapia convencional puede mejorar los resultados de la rehabilitación y disminuir el tiempo de recuperación, sobre todo si se trata de extremidades superiores o la marcha.
La terapia de TrainFES, que incluye entrenamiento de la extremidad superior, ha probado ser una intervención eficaz en la rehabilitación de un ACV.
Un estudio efectuado en Estados Unidos demostró mejoras significativas en términos de manipulación de objetos, prensión palmar y tracción, además de destacar en índices de extremidad superior.
El tratamiento con electroestimulación funcional es una excelente herramienta para la terapia fonoaudiológica convencional para trastornos deglutorios.
Los análisis científicos han comprobado el buen resultado de este método en la rehabilitación de la disfagia. La terapia fonoaudiológica con entrenamiento y electroestimulación funcional logra una mayor respuesta en el usuario y reduce los tiempos de rehabilitación.
Cuando tenía 33 años, Oscar Alday sufrió un ACV hemorrágico que lo tuvo cerca de un mes en coma. Al despertar, había perdido la capacidad de mover su brazo y pierna derecha, y el diagnóstico médico fue que no volvería a caminar.
Y pese a que inició su proceso recién a inicios de este 2023, cuatro años después de su ACV, gracias a la metodología TrainFES y a su constancia para seguir el entrenamiento, ha vuelto a desplazarse.
“Estuve paralizado todo el lado derecho. Pensé que no iba a caminar porque había pasado mucho tiempo desde el ACV, pero he notado la resistencia que tengo al pararme. Me dio una nueva oportunidad de caminar y de sentir que era útil nuevamente, con independencia. Fui avanzando y ahora lo hago todo”, expresa.
A pesar de que no depende cien por ciento de lo hagas, hay ciertos aspectos que puedes controlar para evitar sufrir un ACV.
¿Por qué es tan importante diagnosticar correctamente el tipo de ACV que una persona tiene?
¿Cómo puede influir este tratamiento en un paciente que ha sufrido un accidente cerebrovascular?